En el crepúsculo, una naturaleza sorprendente despierta en los humedales de Costa Quebrada durante las noches del inicio del verano. Las libélulas y otras criaturas con larvas acuáticas aprovechan la seguridad de la oscuridad y las temperaturas tibias para realizar su última muda después de varios años creciendo y preparándose para este evento en el que finalmente conquistarán el aire. Al amanecer ya habrán desplegado y secado sus alas y emprenderán su primer vuelo.

Las ranas de San Antonio y otros anfibios se encuentran en medio del frenesí del cortejo, inundando la noche con sus coros ensordecedores. Las aves nocturnas se unen también a la sinfonía nocturna. Los chotacabras descansan tumbados en el suelo entre vuelo y vuelo, y varias especies de murciélagos surcan el aire alimentándose por miles de insectos, y protegiéndonos de este modo de aquellos más molestos.. También los mamíferos nocturnos exploran el entorno en busca de alimento. Con el avance de la estación, cambian las especies que podemos encontrarnos en este entorno.

En nuestra búsqueda nos sumiremos en los sonidos de la noche y descubriremos a todos los seres noctámbulos en su medio.