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<h2>Los Lugares de Interés Geológico del Parque</h2>

Costa Quebrada reúne una serie muy variada de materiales rocosos y formas del relieve. A lo ancho del territorio, y, especialmente en la franja costera, es posible encontrar lugares con un valor muy notable desde el punto de vista geológico y geomorfológico. Estas \”perlas\” del territorio, en las que se muestra desnuda la historia del planeta Tierra y de este rincón del mundo en particular, merecen ser visitadas y conocidas por todas aquellas personas interesadas en  la evolución del mundo en que vivimos.

Se han seleccionado los lugares más interesantes desde el punto de vista científico, didáctico y paisajístico, y a través de su visita es posible obtener una imagen de conjunto muy completa de lo que este territorio privilegiado tiene que contar.

Los elementos de este conciso inventario de Lugares de Interés Geológico, incluyendo sus más pequeños componentes, son valiosos, y recomendamos su visita y disfrute con una actitud respetuosa. Hay que recordar que los elementos de la Gea no son renovables, y una vez que se deterioran, lo hacen para siempre.

Ayúdenos a preservar este valioso tesoro.

COVACHOS. La Perla de Costa Quebrada
Covachos exhibe de forma sencilla y elegante las formas ideales que produce el comportamiento de las arenas que se desplazan por los fondos y se depositan en Costa Quebrada.
El tómbolo (el cordón arenoso que une la Isla del Castro al acantilado) y la playa de Covachos adquieren la misma forma arqueada del oleaje, que es el reponsable de traer y depositar la arena, y que se curva al adentrarse en la ensenada.
En los fondos se expone durante la bajamar una plataforma de abrasión plana surcada por pequeñas crestas que el oleaje labra en la roca a medida que hace retroceder los acantilados. Sobre ella se deposita y mueve la arena.
LA CASUCA. Escorzo geológico
La cumbre plana de la sierra de La Casuca ofrece una visión única sobre el sector central de Costa Quebrada. En esta mirada oblicua a la costa, los estratos casi verticales modelados por el oleaje aparecen en sucesión ordenada: En los primeros planos, las rocas más modernas de los acantilados próximos y la Isla del Castro, y al fondo, las más antiguas en Los Urros.
La sierra es una rasa marina labrada por el oleaje, como la que se aprecia actualmente bajo las aguas del Cantábrico, y elevada posteriormente cuando el continente asciende, hasta la posición en la que se encuentra hoy, decenas de metros sobre el nivel del mar actual.
SAN JUAN DE LA CANAL. El hervidero de mar
El aspecto apacible de la playa durante el verano contrasta con la fiereza que muestran los oleajes de invierno en su ensenada. Las olas que se reflejan en los acantilados se suman a las que llegan, elevándose en el aire grandes masas de agua. Se recomienda su visita durante los temporales de olas del invierno e inicio de la primavera.
En los acantilados al norte de la playa se produce la transición entre las rocas de la era de los reptiles y las de la era de los mamíferos, marcada por una catástrofe que, junto a otras causas, acabó con los dinosaurios y otros muchos seres.
PLAYA DE LOS CABALLOS. El Delta de Cuchía
La playa de Los Caballos (o de Umbreda) está escoltada por un acantilado único. Su rápida erosión nos desvela un material blando, surcado por empinadas cárcavas, que no es otra cosa que el enorme acúmulo de limos y arenas del delta formado por un antiguo río sobre el lecho marino. Esos limos esconden restos de los seres vivos que habitaron este ambiente costero, así como fragmentos de las maderas que el río traía.
En las rocas estratificadas que se introducen en el mar junto a la playa, las calizas arenosas se disgregan en enormes bloques cúbicos definidos por la red de fracturas cruzadas que presenta esa capa de roca.
USGO. La burbuja rota
Los acantilados rectilíneos que flanquean la playa de Usgo son las fallas producidas por la ruptura de un diapiro formado por arcillas ligeras, que, como una burbuja sólida, tienden a ascender, deformando y fracturando las rocas más pesadas que se encuentran sobre ellas.
En el tramo costero que lleva desde allí hasta la Punta del Águila aflora una gran masa de caliza formada por moluscos en un antiguo arrecife. Esta roca es disuelta por el agua de lluvia como si se tratara de un bloque de sal, produciendo un extenso lapiaz: Un conjunto laberíntico de formas fantásticas y paisajes en miniatura que evocan montañas y valles exóticos.
MARISMA DE MIENGO. El vivero de rocas
En este rincón del estuario del río Pas nos encontramos con uno de los lugares en los que las rocas sedimentarias del futuro nacen. Los fangos arrastrados por el río hasta esta zona apartada y tranquila se acumulan en la marisma, e irán compactándose y endureciéndose para dar lugar a rocas consolidadas.
En el futuro los movimientos de los continentes y las convulsiones de la corteza terrestre pueden plegarlas y elevarlas, sacando a la luz las pistas del clima, la geografía y una pequeña muestra de la biodiversidad de nuestro tiempo, a las que se sumarán evidencias de la actividad humana.
DUNAS DE LIENCRES. El mar de arena
El sistema dunar más importante del Cantábrico trepa desde la playa de Valdearenas hacia el Monte Tolío y las praderas de Liencres, donde fue fijado el siglo pasado mediante la plantación del pinar que cubre parte de su superficie. El extenso arenal que lo nutre crece donde se encuentran las corrientes del estuario del río Pas que lo alimenta, y el oleaje del Mar Cantábrico.
Este mar de arena en perpetuo movimiento muestra en la playa y en las dunas multitud de pequeñas formas efímeras modeladas por las aguas y el viento, y da cobijo y sustento a seres vivos singulares, adaptados a estas condiciones de vida tan complicadas para plantas y animales.
LA PICOTA. Los miradores de Costa Quebrada
A pesar de su modesta elevación de apenas 240 metros, el macizo del Tolío (o La Picota) ofrece unas vistas inigualables debido a que se yergue en la relativamente llana y amplia franja litoral. Estas cumbres dominan el estuario del río Pas y las dunas de Liencres, ofreciendo buenas vistas sobre toda la extensión del Parque.
Desde esta atalaya privilegiada, cargada de historia, es posible también contemplar sin obstáculos casi todos los cordales montañosos de Cantabria, incluyendo además algunas sierras y montes asturianos.
Es recomendable sincronizar su ascensión con el espectáculo del atardecer.
PEDRUQUÍOS. Esencia de Costa Quebrada
La pequeña playa de Pedruquíos (o El Madero) es el perfecto compendio que resume en un solo lugar el proceso de desmantelamiento de esta costa por la acción del oleaje. Las rocas más resistentes forman crestas que protegen a los materiales que tienen detrás, hasta que el oleaje termina por romper esta muralla y erosionan esas rocas débiles muy rápidamente.
Se encuentran aquí varias etapas de este proceso, desde el momento en el que el oleaje abre una brecha en la muralla caliza, formando un profundo embudo en las margas erosionables, hasta que la fusión de varios de estos embudos crecientes da lugar a una ensenada.
EL PORTÍO. Páginas de piedra
En esta ensenada la acción marina ha erosionado los acantilados revelando una serie de estratos verticales que se despliegan ante la vista como las hojas de un gran libro.
En estas páginas de piedra están escritos unos 10 millones de años de la historia de nuestra Tierra. Algunos de los capítulos de ese gran libro ya han sido desvelados, pero aún faltan otros muchos por descubrir.
La propia ensenada fue un pequeño valle fluvial en el que se unían varios arroyos para dirigirse al mar, hasta que fue desmantelado por el oleaje en su incesante avance.
LA BASELGA. Los pilares de la Tierra
En este espectacular enclave la erosión marina se ha abierto paso entre las hendiduras de la muralla de caliza y desgasta las rocas arcillosas (margas) erosionables que se encuentran por detrás, protegidas de los embates del oleaje allí donde la caliza aún resiste.
Los últimos vestigios de esas calizas adquieren aquí formas fantásticas, elevándose hacia el cielo como los pilares ruinosos de un gran templo. De ahí el espiritual nombre del lugar (La Baselga, del latín, basilica), que contrasta con el del cercano arco litoral de uno de los urros (islotes) más icónicos, denominado el Canto del Diablo.
LA ARNÍA. Una costa en retirada
El conjunto geológico de La Arnía es un entorno de enorme belleza que habla con elocuencia del desmantelamiento por la acción marina de una serie de laderas y pequeños valles paralelos a la costa que se encontraba en este lugar hace decenas de miles de años.
Las calizas resistentes, que fueron en su momento los espinazos que vertebraban las cumbres de esos valles, y que durante un tiempo formaron acantilados protectores, amortiguan el oleaje que ya labra por detrás una plataforma de abrasión llana, surcada por crestas de capas algo más resistentes, en las margas blandas sobre las que se encajaban aquellos cursos de agua.
EL CAMELLO. Historia de dos playas
Este arenal urbano ubicado en la ciudad de Santander ofrece la oportunidad única de observar al mismo tiempo y lugar los restos de una antigua playa (de unos 110 millones de años de antigüedad) y un arenal actual.
Las ondas sobre la arena, las conchas y maderas de arribazón actuales son semejantes a las ondulaciones, fósiles y restos de carbón antiguo que se conservan en las rocas del promontorio que preside la playa. Estas areniscas, compuestas por granos finos de arena blanca son teñidos de colores diversos por los minerales que contienen.
Se recomienda su visita durante las horas de la bajamar.
MATALEÑAS. Dos caras para una misma playa
La ensenada de Mataleñas se abre entre el Cabo Mayor y el Cabo Menor. Ambos están formados por rocas resistentes, mientras que la ensenada ha sido excavada por el oleaje en rocas más débiles. Las capas de roca se comportan de manera diferente en cada uno de los dos acantilados. En el izquierdo se deshacen en grandes bloques que caen desde lo alto, mientras que en el derecho las láminas rocosas se deslizan hacia el mar.
Se observan en el litoral diversas zonas llanas a diferentes alturas desde el cabo hasta el horizonte, que se corresponden con rasas marinas labradas por el mar en momentos en los que su nivel era más alto que el actual.
CABO MAYOR. La luz del fin del mundo
En lo alto del acantilado, sobre una estrecha rasa marina llana labrada por el oleaje del mar en un momento en el que su nivel era decenas de metros superior al actual, se yergue, desafiante y mirando al horizonte, el faro de Cabo Mayor.
Bajo el mismo faro, los estratos de rocas marinas del Campaniense, como capas de hojaldre, se inclinan suavemente hacia el mar. Las olas erosionan los niveles más débiles, formando cavidades que socavan y debilitan el acantilado, mientras que los más resistentes, que dan lugar al cabo, soportan durante más tiempo el eterno combate con el oleaje.
EL PUENTE JORAO. El Puente del Diablo
En la costa de Cueto las rocas calizas fueron perforadas en una red de galerías por la disolución del agua de lluvia que se infiltraban en ellas.
La erosión posterior de todas estas rocas dejó al descubierto algunas de estas galerías, en las que aún se aprecian las huellas que dejaron las aguas que en el pasado circulaban a su través.
En el Puente Jorao esta erosión respetó una porción del techo de una de esas galerías, hasta que en 2011 sucumbió a la furia de un temporal.
Este lugar icónico se llamó también Puente del Diablo, como sucede con otras formaciones caprichosas del área, que la mitología local relaciona con fuerzas sobrenaturales.
EL NIDAL DEL CUERVO. El pórtico de La Maruca
La entrada desde el mar al lugar marinero de La Maruca esconde un pequeño tesoro. Por su ubicación cercana al corazón del sinclinal en el que se pliegan todos los materiales del Parque, los estratos son aquí casi horizontales. Hacia el Este y el Oeste, las capas de roca se van inclinando progresivamente a medida que nos desplazamos hacia los bordes del gran pliegue.
En el acantilado, las areniscas calcáreas (que son los materiales consolidados más recientes del Parque) son disgregadas por el salitre, dando lugar en lo alto del cantil a una serie de formas caprichosas que recuerdan a las figuras de un pórtico románico.
LAS MUELAS. Hic svnt dracones
En una de las áreas menos frecuentadas del Parque existe un lugar en el que la costa, que se tiende suavemente hacia el mar, se abre en una ensenada abrupta, evocando las fauces de una gran bestia.
Dos agujas conocidas como Las Muelas se yerguen hacia lo alto en el paraje de Ciriego, cerca del cementerio de la ciudad de Santander.
El largo olvido que sufre el área la convierte en merecedora de aquella expresión que los antiguos cartógrafos reservaban para las zonas ignotas, en las que peligros desconocidos acechaban: Aquí hay dragones