Los matorrales costeros están formados por una vegetación baja y arbustiva adaptada a las duras condiciones de la salinidad del aire, vientos fuertes, y, a veces, suelos arenosos. Las también denominadas landas costeras se encuentran en regiones con fuerte influencia del océano o mar. La vegetación en estos ecosistemas está adaptada a los desafíos ambientales, como la tolerancia a la sal para resistir el rociado salino, e incluye a menudo plantas con hojas pequeñas y duras e impermeables para reducir la pérdida de agua.
Son en realidad bosques degradados por la acción humana, bien debido al pastoreo, o al uso continuado del fuego. Las especies de plantas comunes son arbustos de bajo crecimiento, hierbas y plantas herbáceas adaptadas a los suelos pobres en nutrientes y bien drenados que enriquecen el suelo degradado. Las landas costeras dan refugio y alimentan a numerosas especies de animales, incluidas aves, insectos y pequeños mamíferos.
La composición específica de especies puede variar según factores como el clima, el tipo de suelo y el grado de exposición al rociado salino y a los vientos. En general, estos ecosistemas desempeñan un papel vital en la biodiversidad costera y contribuyen a la resiliencia de los entornos costeros.